MIENTRAS DORMIAS
Natalia se durmió sentada frente al espejo.
El día había sido tan agotador, y había
madrugado tanto…
Allí era dónde
se desmaquillaba, en un rincón de su cuarto, en su solitaria y
silenciosa
casa, donde vivía desde hacía poco.
Un viento nocturno soplaba
sin cesar, mientras precipitaba una llovizna muy fina.
En una noche como esa,
en la calle no andaba ni un alma, y casi no cruzaban vehículos.
Cuando el
cuello la incomodó despertó, pero en el instante en que aún no abría
los
ojos, en ese estado donde la conciencia está adormecida; creyó sentir que
unos dedos
recorrían su cabeza.
Al abrir los ojos vio horrorizada
que lucía otro peinado. Recorrió el cuarto con la mirada,
fugazmente vio a
una señora mayor, a una anciana, parada a su lado, pero enseguida
dejó de
verla.
Después de muchas noches de terror, en vela, asustada; al no tener
más encuentros
con el fantasma, pudo dormir tranquila nuevamente.
El
tiempo pasó. Tras otro día agotador, volvió a dormirse sentada, durante una
noche
ventosa y con llovizna; pero esta vez lo hizo en la cocina, donde tenía
un pollo a medio
deshuesar.
Al ir despertando sintió el filo de un
cuchillo deslizándose por su cabeza.